¿Te gustaría saber más sobre el bullying y ciberacoso? Existen pautas y herramientas para detectarlo y actuar frente a ello. En el siguiente artículo ¡queremos contártelo!
El bullying se trata de la intimidación o agresión física, psicológica y/o sexual contra una persona menor de edad, de forma reiterada y a lo largo del tiempo por parte de otro menor. El acoso escolar puede manifestarse dentro del colegio e instituto y fuera de él a través de rumores, chantajes, humillaciones, amenazas, robar pertenencias o incluso agresiones físicas.
Algunas de las señales de alerta que pueden manifestar nuestros menores, víctimas de acoso escolar, son las siguientes:
Cambios en la conducta de manera repentina en el menor, que se niegue a asistir a clase, cambios en el estado de ánimo (tristeza, tendencia al aislamiento, irritabilidad…), lesiones físicas, pérdida/desaparición de objetos personales, bajo rendimiento académico, dificultad para conciliar el sueño o alteración en los hábitos alimenticios, entre otros.
En muchas ocasiones, este acoso puede producirse mediante vía telemática (por ejemplo, a través del teléfono móvil y redes sociales). En este caso, estaríamos hablando de lo que conocemos como ciberacoso o ciberbullying. Aunque a priori nos pueden resultar formas de acoso muy parecidas, se manifiesta de manera distinta, por lo tanto, es importante tener presente las siguientes señales para su detección y actuación correspondiente:
Por un lado, podemos observar en el menor un aumento o disminución del uso de su dispositivo móvil y/o el ordenador. Cuando el menor siente que tiene cerca a alguien ajeno a esta situación, tiende a esconder la pantalla, a crear y cerrar cuentas en las redes sociales y manifestar reacciones extremas cuando usa esas redes sociales.
Por ello, en este caso debemos escuchar al menor y hacerle saber que no es el culpable de esta situación, ser perseverante, ya que el acoso no desaparece de manera repentina, por ello es importante apoyar a la víctima. Además, es imprescindible, que el menor se sienta seguro y en confianza para poder compartir su situación, e incluso que llegue a expresar lo que le está ocurriendo en el colegio. Por otro lado, es importante estar en contacto y coordinación con los adultos implicados en esta situación (padres, colegio, médicos e incluso psicólogos, en caso de que el menor esté acudiendo a terapia) y derivar al psicólogo en caso de valorar que es lo más acertado.
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